Se le puede meter mucho recurso a cientos de programas públicos para mejorar la educación, pero si los maestros no asisten a las aulas, todos los buenos deseos se van al basurero.
Entonces, a una muchacha francesa se le ocurrió una solución barata y singular. Cada maestro tenía que tomarse diariamente una foto con sus alumnos al comenzar las clases.
A la mitad de los docentes de un pueblo de Bengala Occidental se les pidió tomarse la foto durante un par de meses. A la otra mitad no se le pidió ninguna foto.
¿Cuál de las dos mitades cumplió más con su horario de entrada? La respuesta es obvia: los maestros a los que se les pidió mandar su foto diaria.
Para problemas complejos, soluciones con sentido común.
A esta muchacha francesa le dieron el Premio Nobel de Economía. No fue por su idea de las selfies de maestros, sino por el método que contribuyó a inventar: “Ensayos Controlados Aleatorios” (ECA).
El nombre de esta joven sabia (apenas acaba de cumplir 50 años) es Esther Duflo. Y su método ECA lo aplicó también para impulsar la inversión en redes de agua potable en zonas de alta pobreza dentro de la India.
Va la explicación. El equivalente a un ayuntamiento en la India es el llamado Gram Panchayat. Digamos que es el cabildo hindú. Lo eligen las personas adultas de cada pueblo.
El mandato de un Gram Panchayat es de cinco años. En México es de tres años, con posibilidad de reelección. Las funciones que aquí hace un alcalde allá las hace el Sarpanch.
El Sarpanch (o alcalde hindú) no podía ser mujer. Hasta que una enmienda de 1993 a la Constitución de la India obligó que un tercio de los Sarpanch del país lo desempeñaran mujeres.
En el año 2000 la siempre ocurrente Esther Duflo volvió a hacer de las suyas. Dividió de nuevo el estado de Bengala Occidental entre pueblos con Sarpanch hombres y pueblos gobernados por Sarpanch mujeres.
¿Que descubrió nuestra amiga francesa con su ECA? Que las Sarpanch mujeres le daban más importancia que los hombres a invertir en redes de agua potable.
Eso no solo pasa en la India, también sucede en Nuevo León.
¿Quiénes son las personas de las colonias más afectadas por el desabasto de agua que regularmente salen con tinas y cubetas a llenarlas en las cisternas comunitarias o en las pipas? Las mujeres.
¿Quiénes protestan más en las calles, en las marchas, en el cierre de avenidas por la falta de agua? Las mujeres.
¿Quién es la autoridad en cada hogar que administra el agua entre los miembros de una familia? Generalmente las mujeres.
Cuando recibió el premio Nobel de Economía Esther Duflo, dijo que a las mujeres pobres se les llena de estereotipos. Los teóricos y académicos las vuelven caricatura. Suelen ponerlas como señoras mal habladas, ignorantes, groseras y muy chistosas.
Nada más equivocado. La mayoría de estas mujeres pobres no tienen un salario, ni ingresos fijos y sin embargo, son las mejores economistas para su hogar. Precisamente porque tienen poco dinero, son mucho más cuidadosas en su toma de decisiones.
Vivir con tan limitado presupuesto implica que se tenga que estar alerta en el gasto de cada centavo. Planeación y administración del recurso escaso.
Por eso, más que Esther Duflo o cualquier otro eminente economista, quienes en verdad merecen el Premio Nobel de Economía son esas señoras malhabladas de las colonias populares de Monterrey o de Apodaca.
No sería mala idea traer a Nuevo León a Esther Duflo. Ojalá fuera mi amiga, pero nunca he cruzado palabra con ella. Con gusto la hospedaría en mi casa. Duflo tiene un método para medir la pobreza y resolver problemas sociales complejos, con el sentido común propio de una señora humilde de La Alianza, de Topo Chico, de La Campana, de Altamira, de San Bernabé, de Pueblo Nuevo, de San Pedro 400.
A esta gente heroica sí le llega el agua al tinaco. Ojalá también les llegue el agua sin cortes a sus hogares.